Johnny Depp, el gran capo
del Festival de Venecia
«Black Mass», fuera de concurso y con el actor convertido en un gánster de los 70, y la sólida y divertida «Marguerite», acerca de una cantante de ópera que desafina, aterrizan en la Mostra
La mañana de ayer en la Mostra de Venecia, con películas de algo más de dos horas de duración, complació a la prensa. Por un lado, una de gangsters, con un Johnny Depp que demuestra el por qué de su éxito como actor. Por otro, una comedia elegante y divertida -a competición-, sobre una baronesa muy rica que actúa como cantante de ópera en recitales privados en su mansión, pero desafina hasta límites insospechados. Es «Marguerite», de Xavier Giannoli.
Depp, de 52 años, y nacido, por cierto, en el mismo estado que George Clooney (Kentucky), es un intérprete conocido por su versatilidad. También, y al igual que Clooney, por su simpatía con los fans. En la première de anoche de «Black Mass», guapo y entregado a sus numerosos admiradores, se hizo fotos con muchos de ellos y firmó autógrafos a diestro y siniestro.
En este thriller dirigido por Scott Cooper, presentado fuera de concurso, da vida a James «Whitey» Bulger, el jefe de la banda Winter Hill de Boston; un hombre que, en la actualidad, con 86 años y desde que fuera apresado en 2011 -tras 17 años en busca y captura-, cumple dos cadenas perpetuas en una cárcel estadounidense.
La película comienza, a modo de flashback, con uno de sus secuaces relatando a las autoridades que su exjefe, «Jimmy», es efectivamente un criminal. Y de ahí se pasa a 1975, cuando ya se ve al gánster en su salsa. Mata a sangre fría, con sus propias manos (ya sea a una joven prostituta o a un traidor), y, a la vez, es una persona familiar que adora a su madre y a su exitoso hermano (estupendo Benedict Cumberbatch), a quien, a pesar de llegar a senador, nunca entromete en sus turbios asuntos. En realidad, no le hace falta. El FBI está como loco por atrapar al capo de otra banda- la de la mafia italiana-, y por eso ofrece a Jimmy una «alianza» para que les pase información de dicho sujeto («aunque yo no soy un informador», espeta un orgulloso Depp en el film), a cambio, básicamente, de poder campar a sus anchas.
En la nutrida rueda de prensa de ayer, la estrella describió a su personaje como «un hombre orgulloso de sus orígenes irlandeses y leal a su vecindario. Alguien capaz de ayudar a una viejecita a meter el carrito de la compra en casa, y, unos minutos después, machacarle (literalmente) la cabeza a alguien».
En cuanto a su transformación física -en «Black Mass» aparece con una calva a lo Robert Duvall en «El Padrino», y con unas lentillas azules que, en algunos planos, le proporcionan una mirada parecida a la de Tom Cruise-, aseguró que su deber es proporcionarle a la audiencia cosas nuevas. «Este tipo de transformaciones suponen un gran reto, y creo que como actor es importante probarte y retarte a ti mismo en cada trabajo. Arriesgarte a la posibilidad de fallar y parecer un completo idiota. Pero a esto es a lo que me dedico».
Bulger, el criminal, que «respetuosamente» se negó a recibir a Depp, era (o es) alguien sin escrúpulos. «Hace tiempo que yo encontré al diablo en mí mismo, y lo acepto. Somos viejos amigos- aseguró el actor-. Pero con James Bulger creo que uno tiene que abordarlo simplemente como un ser humano».
En la otra película importante de la jornada, «Marguerite», las risas se oyeron en el pase de prensa. Protagonizada por una espléndida Catherine Frot, su director, Xavier Giannoli, explicó en entrevista con ABC cómo le surgió la idea. «A mí no me gusta especialmente la ópera, porque me resulta demasiado larga, y, de hecho, mi favorita es Cavalleria Rusticana. Pero la idea de este proyecto se me ocurrió al escuchar en la radio, hace unos diez años, a una cantante de ópera que, mientras cantaba el aria La reina de la noche, de Mozart, desafinaba totalmente. Luego supe que se trataba de una mujer muy rica que había vivido en Estados Unidos en los años 40, y que, a pesar de ser una apasionada de la ópera, no se daba cuenta de que su voz era terrible». El film, afortunadamente, no lo es.
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